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IMPLANTES CEREBRALES PARA VOLVER A VER
Los investigadores están desarrollando implantes cerebrales que pueden estimular la corteza visual y crear percepciones artificiales de luz, formas e incluso letras. Este no es un escenario de ciencia ficción. Se trata de una posibilidad realista para algunas personas que han perdido la visión por diversas causas. Imagínese poder volver a ver después de años de ceguera.
Eduardo Fernández, pionero en implantes cerebrales
Uno de los pioneros en este campo es el profesor Eduardo Fernández. Fernández es director del Grupo de Neuroingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche, España. Él y su equipo han implantado con éxito una matriz de microelectrodos en el cerebro de una mujer invidente. Se trata de Berna Gómez, que había estado en esa condición durante 16 años debido a un daño en el nervio óptico.
El implante, que constaba de 96 electrodos, estaba conectado a una cámara de vídeo situada en unas gafas. Al enviar pulsos eléctricos al cerebro, el implante le permitió a Gómez percibir patrones simples de luz y movimiento. Podía distinguir entre diferentes objetos, identificar gestos con las manos e incluso jugar videojuegos. El experimento duró seis meses, durante los cuales Gómez informó una mejora en su calidad de vida y bienestar emocional.
Sin embargo, el implante tenía sus limitaciones. La resolución de las imágenes era baja y Gómez no podía reconocer rostros ni leer texto. Además, la cirugía era invasiva y arriesgada, y los electrodos podían dañar el tejido cerebral con el tiempo. Estos desafíos han motivado a otros investigadores a mejorar el diseño y el rendimiento de los implantes cerebrales para restaurar la visión.
Shih-Chii Liu, desarrollador de implantes cerebrales de alto rendimiento
Uno de ellos es el profesor Shih-Chii Liu de la Universidad de Zúrich, en Suiza. Es el coordinador del proyecto NeuraViPeR, financiado por la Unión Europea. Liu y sus colegas están desarrollando electrodos de alto rendimiento. Estos son aproximadamente cuatro veces más delgados que un cabello humano. Estos electrodos se pueden implantar en mayores cantidades y en capas más profundas del cerebro. Así aumenta la resolución visual y la variedad de estímulos que se pueden administrar. El proyecto tiene como objetivo crear un implante inalámbrico, biocompatible y duradero que pueda restaurar una forma rudimentaria de visión en personas ciegas.
Restaurar la visión mediante estimulación eléctrica
Otro avance en este campo provino de un equipo de investigadores del Instituto Holandés de Neurociencia (NIN). Aquí usaron un enfoque similar para crear letras y formas en el cerebro de una persona ciega. El implante, que tenía 1024 electrodos, fue capaz de generar patrones complejos de estimulación que se asemejaban a los contornos de letras como A, B y C. La persona ciega podía identificar correctamente las letras el 89% de las veces. Los investigadores esperan que esta técnica pueda eventualmente permitir a las personas ciegas leer textos y reconocer objetos.
Desafíos y cuestiones éticas del uso de implantes cerebrales
Estos experimentos muestran que los implantes cerebrales tienen el potencial de restaurar cierto grado de visión en personas ciegas y mejorar su independencia y bienestar. Sin embargo, todavía quedan muchos desafíos y cuestiones éticas que superar antes de que esta tecnología esté ampliamente disponible y accesible.
Por ejemplo, ¿qué tan seguros y confiables son estos implantes? ¿Cómo afectan la función cerebral y el sentido de identidad de los usuarios? ¿Y Cómo interactúan con otras modalidades sensoriales y procesos cognitivos? ¿Cómo se comparan con otras alternativas, como la terapia génica o la terapia con células madre, para tratar la ceguera? Éstas son algunas de las preguntas que deben abordarse mediante más investigaciones y debates públicos.
Seguridad y confiabilidad
Los implantes cerebrales implican cirugía invasiva y riesgos potenciales de infección, sangrado, cicatrices o daño al tejido cerebral. También dependen de la calidad y el rendimiento del hardware y el software, que pueden funcionar mal o degradarse con el tiempo. ¿Cómo se pueden minimizar y monitorear estos riesgos? ¿Quién es responsable de garantizar la seguridad y fiabilidad de los dispositivos?
Consentimiento y autonomía
Los implantes cerebrales pueden afectar la toma de decisiones y el comportamiento de los usuarios, especialmente cuando se trata de inteligencia artificial o sistemas de circuito cerrado que pueden adaptarse a la actividad cerebral. ¿Cómo pueden los usuarios dar su consentimiento informado para participar en la investigación o utilizar los dispositivos? ¿Cómo se puede respetar y proteger su autonomía y autogobierno? ¿Y Cómo pueden controlar o anular los dispositivos si es necesario?
Privacidad y seguridad
Los implantes cerebrales pueden recopilar y transmitir datos confidenciales sobre la actividad cerebral, los pensamientos, las emociones o las preferencias de los usuarios. ¿Cómo se puede garantizar la privacidad y seguridad de estos datos? ¿Quién puede acceder o utilizar estos datos y con qué fines? ¿Cómo se puede proteger a los usuarios contra interferencias no autorizadas o maliciosas o piratería de los dispositivos?
Identidad
Los implantes cerebrales pueden alterar el sentido de identidad de los usuarios, ya que pueden sentir que no son completamente ellos mismos o no están a cargo de sus acciones. ¿Cómo se pueden preservar y mejorar la identidad personal de los usuarios? ¿Cómo pueden afrontar los efectos psicológicos y sociales del uso de los dispositivos? ¿Y Cómo pueden integrar los dispositivos en su concepto de sí mismos y su visión del mundo?
Justicia y equidad
Los implantes cerebrales pueden crear desigualdades y disparidades entre los usuarios y los no usuarios, ya que pueden conferir ventajas o desventajas en términos de habilidades, oportunidades o acceso. ¿Cómo se puede garantizar la justicia y la equidad en la distribución y el uso de los dispositivos? ¿Cómo pueden los usuarios y no usuarios convivir e interactuar de manera respetuosa y armoniosa? ¿Y Cómo se pueden establecer y regular las normas y expectativas sociales sobre el uso de los dispositivos?
Estas son algunas de las cuestiones éticas que deben abordar los investigadores, desarrolladores, usuarios, reguladores y la sociedad en general, a medida que los implantes cerebrales se vuelven más avanzados y generalizados.
El futuro de los implantes cerebrales
En TifloEduca estaremos atentos a la evolución de estos dispositivos y os daremos debida cuenta en su momento de los avances que se produzcan en esta materia. Uno de estos avances al que dedicaremos un artículo en un futuro inmediato es el que ha proporcionado Neuralink, compañía fundada en 2016 por el archiconocido empresario Elon Musk.
Con el objetivo de crear un BCI (Brain-Computer Interface, por sus siglas en inglés), la empresa de Musk está desarrollando un dispositivo que se conecta directamente al cerebro y puede estimular, registrar o bloquear señales neuronales. Tiene diversas aplicaciones, como restaurar la visión, la audición o el movimiento, regular el estado de ánimo o las hormonas o mejorar las capacidades cognitivas.
La compañía anunció que el primer ser humano recibió un implante cerebral este 2024 y mostró una prometedora detección de picos neuronales.
Tengo un hijo con
Segera y me gustaría tener más información sobre el tema
Hola Ariel, gracias por leernos. Dentro del artículo tienes toda la información y enlaces de interés.